Ayer terminé de ver la cuarta temporada (no hay más hasta ahora) de esta serie que me ha sorprendido gratamente desde el primer momento. Resumiendo, es un drama basado en los años sesenta que trata la vida de un publicista llamado Don Draper con un pasado escondido que se va desvelando a lo largo de la serie además de las vidas de los distintos personajes.
Hasta ahí una serie aparentemente normal si no fuera por los detalles minuciosamente cuidados que muestra, el juego inteligente y perspicaz con la mente del espectador que debe estar muy atento, los cambios de rumbo que toma constantemente la serie sin perder el hilo en ningún momento y, por qué no decirlo más claro, el golferío (también se puede llamar infidelidad) que existe entre los personajes principales y casuales.
Mad Men, que tiene aseguradas las próximas tres temporadas, recibió tres Globos de Oro y varios premios Emmy sin llegar a la altura del interés conseguido con Lost o The Walking Dead, series punteras en Estados Unidos. Sin embargo, es aclamada por la crítica, un claro ejemplo de que la calidad no va ligada con las audiencias.
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