martes, 26 de julio de 2011

VACACIONES A FUEGO LENTO

Hoy estoy reflexivo, autocrítico, cojonudo y, por qué no, optimista. Y también me ha dado por escribir aquí. Poco más de medio año llevamos pero no seré llorón, es de endebles e inseguros. A veces, me quejo, creo que con más frecuencia de la que debería. Ese desahogo de no callarse las cosas suele ser beneficioso, pero no es parte de la solución.

Este viernes ya toca coger vacaciones, pero no me engañaré, prácticamente llevo casi un mes con bastante tiempo libre. En cualquier caso, sí me despreocuparé de la oficina un par de semanas. Y me vendrá genial. El trabajo no debe ser nunca algo principal en la vida, aunque a veces te nuble la mente y hasta el alma.

Aún así, lo que me gustaría resaltar es esa sensación cuando preparas la maleta (algo que no me gusta nada), te preparas para ir, coges el coche y sabes que te esperan unos días donde las preocupaciones son mínimas. Ese trayecto con tu música de viaje, la conversación, deseando llegar a un lugar no muy lejano, o puede que sí. Playa, montaña, una ciudad extranjera (este año toca Roma), cualquier destino que invite a relax con dosis de diversión viene de maravilla. Esa cervecita fresquita y llorona a mediodía acompañada de cualquier tapa en un sitio que no conoces, o esa copa/cocktail a media tarde o por la noche en ese local al aire libre y con sofás, esa cara de sorpresa al ver algo que nunca antes habías visto...

Cuestan dinero y tiempo. Se necesitan ganas y buena compañía. Seguro que a la vuelta vengo con el chip cambiado, aunque luego me desgaste y vuelva a estar como antes de irme en cuestión de unos míseros días. Eso sí, vivir un momento diferente, inolvidable o recordado por mucho tiempo, disfrutar de esa impresión amena y placentera, de evadirte y activarte cuando tú decides. Será un lujo revivir esas sensaciones.

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