Casi cuatro meses han transcurrido desde la última vez que escribí por estos lares pero hay etapas en el curso de la vida en las que el tiempo apremia y más cuando es muy escaso. Eso es lo que lamento. Aunque ahora, me toca una parte de mi existencia en la que no puedo, no debo y no quiero parar ni un segundo. Me río sin maldad y con ironía de la gente que piensa preocupada a largo plazo sin darse cuenta de que lo importante es hoy.
Ya está en marcha mi nueva etapa laboral con la que estoy muy contento aunque realmente odie trabajar los sábados. Pero claro, no seré yo el que se queje en estos años de desastres económicos y, aún menos, cuando cobro cada mes. Sí, algo común en muchos pero inusual en mí.
Mi segundo trabajo como monitor de fútbol con el que disfruto a mares y por lo que parece, hago disfrutar, sufrió un traspiés que terminó costándome el puesto de una forma, en mi opinión, arrogante e injusta. Dicen por ahí que el tiempo pone a cada uno en su lugar y quien tenía que volver a su sitio le duró la rabieta cuestión de días. Así que, gracias al apoyo de 'mis papis' con los que estaré en deuda de por vida, todo sigue igual e incluso mejor, ya que sigo pero con el bolsillo lleno.
Y con la cabeza llena de propósitos y buenas intenciones, vamos a seguir enfocando no el año, sino el día a día, con la alegría y el optimismo que creo que deben caracterizarme, pensando en el futuro más cercano y despreocupándome de todo aquello que no necesite mi total atención y consideración. ¡Buen día para todos! Seguiré por aquí.
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