No diré que vuelvo por estos lares porque lo mismo pasan un gran número de meses hasta que vuelva a publicar algo, pero me ha hecho gracia recordar artículos que escribí hace un par de años, ¡qué sensato era!
Ahora colaboro en una revista, formo parte de la directiva de una cofradía y de un equipo de fútbol, todo en mi pueblo. En ambos casos he puesto ilusión a raudales, que para mí es la base de querer hacer bien las cosas. Innovación, creatividad y renovación es, simplemente, lo que intento hacer.
Hace dos años trabajaba en un despacho en una administración de fincas con un horario cómodo. Ahora trabajo en las oficinas de un supermercado, con un horario peculiar. Los dos trabajos son distintos, en ambos fui y soy feliz, aunque ahora prima la estabilidad económica, algo desgraciadamente importante para sobrevivir en este mundo.
En el ámbito personal tengo a una mujer muy especial a mi lado de la que no diré nada más porque no existen en nuestra lengua calificativos suficientes para explicar su grandeza, 'oro molío'. Vivo sólo, tranquilo, sin quejas, sin ruidos, sin calentamientos de cabeza absurdos, sin discusiones...
Pero hay cosas que nunca cambian, y si cambian, es a peor. Me causa ansiedad, me origina un estado de desánimo poco común, me provoca cansancio... Y todo proviene de una enfermedad muy puta, y de ignorarla desde el primer momento. Es increíble lo que puede llegar a hacer la educación en las personas desde que son niños. Costumbres, tradiciones, rutinas... Y hoy tengo 28 años, y tengo la sensación o, casi diría, la obligación, de decidir el futuro de personas. A veces, hacer lo correcto, no es lo correcto.
No sé que pasará, supongo que la vida está para eso, para vivirla, con sus rutinas y sus cambios, para lo bueno y para lo malo. Hay cosas que se nos escapan de las manos y no se pueden controlar. Hoy, me alegro de estar escribiendo. Al menos sé que estoy 'viviendo', y eso es lo que toca: vivir. Y yo voy a hacerlo de la mejor manera que sé.
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